En América Latina y el Caribe, la agropecuaria sigue siendo un sector clave para muchas economías, tanto por su capacidad de generar empleo como por su contribución al producto interno bruto (PIB).
De acuerdo con el informe titulado “Políticas Agropecuarias de América Latina y el Caribe 2023”, del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), en 2022 este sector contribuyó con casi el 7% del PIB total de la región. Aunque esta proporción se ha mantenido estable desde 2019, es superior a la media de los últimos 10 años (5%).
En República Dominicana, la agricultura contribuyó con un 6.4% al PIB, lo que equivale a US$7,778.4 millones el año pasado, de acuerdo con datos de la Comisión Económica de América Latina y el Caribe (Cepal).
El PIB total fue de aproximadamente US$122,169.2 millones en 2023. Históricamente, el país dependía en gran medida de este sector como base de su economía. Sin embargo, con el paso del tiempo, su estructura económica ha evolucionado, transformándose en una economía predominantemente de servicios, lo que ha disminuido la dependencia directa del sector agropecuario.
En la región
Bolivia y Nicaragua destacan por tener un mayor peso de la agricultura en sus economías. En Bolivia, el sector agrícola contribuye con el 13.47% del PIB, equivalente a US$6,078 millones, sobre un PIB total de US$45,135.4 millones. En Nicaragua, el porcentaje es aún mayor, alcanzando el 15.34% y aportando US$2,740.2 millones, en un PIB total de US$17,866.2 millones. Esto significa que en economías más pequeñas y en vías de desarrollo, la agricultura tiene un papel predominante en la estructura económica.
Otros países con un alto porcentaje de contribución del sector agrícola son Honduras (11.98%) y Guatemala (9.77%). En Guatemala, aunque el porcentaje es menor que en Bolivia o Nicaragua, el valor absoluto es más alto, con un aporte de US$10,220.2 millones de un PIB total de aproximadamente US$104,606.7 millones.
Por otro lado, según el BID, el 76% del valor bruto de la producción agropecuaria de la región está concentrado en solo tres países: Brasil (48%), Argentina (15%) y México (13%). Esto se debe en parte a que son las economías más grandes de la región, y las juntas representan el 69% de la superficie agropecuaria de América Latina (Brasil 36%, Argentina 18% y México 15%).
En el caso de Brasil, la mayor economía de la región, el sector agrícola aporta US$135,824 millones, lo que equivale al 6.24% de su PIB total de US$2.2 billones. Aunque el porcentaje es menor en comparación con países como Bolivia o Nicaragua, la magnitud del sector agrícola brasileño lo convierte en un actor clave a nivel mundial.
Argentina, con un aporte agrícola de US$38,420.8 millones, representa el 5.93% de su PIB total de US$647,921.3 millones, manteniéndose como otro jugador relevante en la región. Junto con Brasil, estos dos países concentran el 63% del valor bruto de la producción agrícola en América Latina.
En economías más diversificadas como Chile y México, la agricultura representa una menor proporción del PIB, con un 3.52% y un 3.82%, respectivamente. Chile, con un PIB total de aproximadamente US$335,817.5 millones, tiene una contribución agrícola de alrededor de US$11,821.7 millones, mientras que México, con un PIB de US$1.7 billones, y su sector agrícola aportará aproximadamente US$56,154 millones.
En Panamá y Uruguay, la contribución agrícola es igualmente baja, con un 2.44% y un 5.75% del PIB, respectivamente, reflejando su orientación hacia los servicios y el comercio.
El informe del BID señala que, si bien la agricultura ha desempeñado un papel importante en la región, el crecimiento del sector ha sido más lento en los últimos años. Entre 1961 y 2000, la agricultura en la región creció a un ritmo anual del 2.5%, ligeramente por encima de la tasa mundial del 2.3%. Sin embargo, entre 2017 y 2021, el crecimiento se desaceleró, alcanzando cifras inferiores a los promedios globales.
Uno de los factores que ha influido en esta desaceleración es el impacto de la pandemia del covid-19. Aunque el sector agrícola fue menos afectado que otros sectores económicos (creciendo un 0.46% en 2020, mientras que el PIB de la región cayó casi un 7%), la crisis provocó disrupciones en las cadenas de suministro y aumentos en los precios de los alimentos.
Facilidades
El apoyo gubernamental al sector agrícola varía entre los países de la región. El BID menciona que el respaldo al sector agrícola como porcentaje del PIB estimado de apoyo total (EAT), que es una medida clave para evaluar el nivel de intervención estatal, destaca que, en general, los países más pequeños tienden a otorgar un mayor apoyo en relación con su tamaño. Sin embargo, en el caso de Argentina, se observa una particularidad: el apoyo neto al sector es negativo, lo que significa que los productores transfieren recursos al resto de la economía, ya sea a través de impuestos o de precios más bajos para sus productos.

